lunes, 27 de marzo de 2017

sábado, 25 de marzo de 2017

Cuáles son los desafíos para el empleo en Argentina y más allá de sus fronteras? Viejos vinagres 25-3-17

Guillermo Ariza y Guillermo Yanco en el Programa Viejos Vinagres, por Radio Ciudad AM 1110, propusieron el diálogo sobre la situación del mercado de trabajo en la Argentina actual y sobre su encuadre internacional


martes, 21 de marzo de 2017

Ingresos y empleo ¿sólo sensaciones?, Columna en Clarin 21-3-17

Columna publicada en CLARIN 21-3-17

Ingresos y empleo ¿sólo sensaciones?

Un par de décadas atrás, un colega ya desaparecido (ingeniero pero que trabajó como economista e historiador) recordaba el contraste que denotaban las apreciaciones individuales de empresarios entrevistados entre las referidas a su situación personal y las que caracterizaban al acontecer de su sector de pertenencia.
Palabras más o menos la descripción era esta: "en los años de Martínez de Hoz ante la pregunta sobre la situación general la respuesta era favorable mientras que al requerirse una evaluación específica de su empresa se obtenía un ´no, yo estoy en la lona´. Simétricamente, durante el primer gobierno luego de la recuperación de la democracia al repetirse el interrogatorio las respuestas se invertían: la situación individual se la veía floreciente pero la apreciación relativa al conjunto era francamente negativa".
La consultora Voices realizó, hace pocos años, una gran encuesta para recabar la opinión de los argentinos acerca de la educación. Entre las cosas que se extrajeron de ella se señala que si bien había una opinión mayoritariamente crítica o reticente sobre la educación en general las respuestas referidas a la escuela de los propios hijos eran predominantemente favorables. Aquí también parecía que el problema era “de los otros”.
De manera que en los fenómenos sociales y en sus percepciones e interpretaciones estamos lejos de encontrarnos con afirmaciones exactas o certidumbres plenas. Podemos preguntarnos ¿los fenómenos sociales son lo que son o lo que creemos que son? ¿son lo que me ocurre individualmente o lo que entiendo que es lo que le ocurre a mi entorno de pertenencia? Esto viene a cuento de la situación presente en materia social y económica, de la valoración sobre los antecedentes del acontecer actual, así como de los elementos que nos permiten hacer alguna predicción sobre el devenir próximo.¿Valen los datos? Ya comentamos en otra columna que entre el segundo y tercer trimestre de 2016 los ingresos laborales y personales registrados por la EPH habían dejado de ver socavada su capacidad de compra. Pero casi nadie se dio por enterado de tal evidencia. Aun no se cuenta con la información detallada proveniente de la EPH para extender el análisis temporal a la última parte del año pero recientemente, junto con la información sobre pobreza, la UCA mostró que los ingresos laborales tanto de los trabajadores protegidos como los de los precarios habían tenido mejoras en 2016 respecto del año previo.
Más precisamente, que en el tercer trimestre del año pasado habían mejorado respecto de la medición de fines de 2015. La única categoría ocupacional cuyos ingresos desmejoraron –según el informe de la UCA- es la de los empleos inestables pero ésta comprende a sólo un quinto de los ocupados. Ambas fuentes abonan la misma línea de interpretación: en la primavera última no sólo empezó a morigerarse el alza de precios (incluido el congelamiento judicial de tarifas) sino que se generalizaban los impactos de las mejoras acordadas en los convenios colectivos de trabajo.
¿Y de aquí en más? No es posible asegurar que los datos incipientes de los meses de verano se mantendrán o podrán aun mejorar. Sin ánimo de comparación, vale la pena recordar que a fines de 2002 había dudas de que los elementos que entonces se percibían y que eran calificados como una primavera o un “veranito” se fueran a consolidar y menos aún que alumbrarían un período significativo de recuperación primero y de crecimiento más tarde.
Para poder apreciar el verdadero significado de los indicios actuales es preciso despojarse de la intencionalidad que nos puede impulsar a creer que ya han desaparecido los obstáculos económicos y sociales o, por el contrario, que nos “convence” que nuestras predicciones más negras están en evidencia. ¿Se está creando empleo o se lo está destruyendo?
En el segundo semestre de 2016 se volvió a crear empleo (a la inversa de la primera parte del año cuando se perdieron decenas de miles) y la EPH ha mostrado una nueva baja en el desempleo en el cuarto trimestre si bien asociada con una baja de la tasa de actividad ¿Se ha perdido capacidad de compra de los ingresos laborales o se la ha recuperado en parte? Los aportes a la seguridad social del primer bimestre de 2017 han sido superiores al del lapso equivalente de 2016 en proporción similar al del aumento del índice de precios por lo que la pérdida sufrida en los meses iniciales se habría empezado a recomponer.Respecto de múltiples aspectos, la sociedad ha perdido la certidumbre sobre la información que ilustra su desempeño, como consecuencia de la destrucción sufrida por las estadísticas públicas del país en la última década y el INDEC no ha logrado aún reconquistar el lugar de confianza y seguridad que supo tener.
Se afirma con razón que no hay otro camino que el diálogo político aún bajo la forma de debate enfático de ideas y posturas. Otra cosa muy distinta es la mezquindad de facción o grupo. Para que ese diálogo sea fecundo es necesario disponer del más amplio y variado muestrario de elementos de información. Para la terquedad parcializada, en cambio, no importan los datos de la realidad. Los empresarios aludidos al inicio, para bien o para mal, confundían lo que les pasaba con lo que creían que ocurría, a veces privilegiando su deseo y en otros momentos despreciando su propia experiencia. Quizás podamos escapar de esa maraña.

Acerca de la reconstrucción de las estadísticas públicas, E de la Fuente, FM Palermo, 20-3-17

Entrevista de Eduardo de la Fuente, Desbordados, FM Palermo 94,7 el 20-3-17 alrededor de la tarea de reconstrucción de las estadísticas públicas en Argentina


viernes, 17 de marzo de 2017

DETRÁS DE LAS CIFRAS DE LA EPH

Columna en EL ECONOMISTA 17-3-17

DETRÁS DE LAS CIFRAS DE LA EPH

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Cuando aparecen los datos de la Encuesta Permanente de Hogares es grande la tentación de hacerle decir a sus datos determinadas cosas. El primer inconveniente a sortear es el de percatarse que los datos refieren a un lapso que, si bien relativamente cercano, no necesariamente se corresponde con la realidad estrictamente actual. En efecto, los datos conocidos ayer refieren a la última parte del año, más específicamente a los meses de octubre a diciembre de 2016.

En tal sentido la buena noticia de una importante baja en la tasa de desocupación (casi dos puntos porcentuales menos que en el peor momento del año) se relativiza por dos aspectos. Razones estacionales tienden a mostrar un “mejor” desempeño de los indicadores socioocupacionales en la segunda mitad del año, por una ´parte. Y, por la otra, que en este caso la disminución viene asociada con un leve descenso de la tasa de empleo. En conjunto ambas disminuciones dan cuenta de una menor tasa de participación económica de la población o tasa de actividad.

fComparación Es sabido que no es razonable comparar los resultados de la EPH rediseñada luego del “apagón estadístico” decidido por la nueva gestión del Indec a comienzos del año anterior con la serie precedente elaborada durante la “intervención” del organismo.

De manera que apenas puede afirmarse que los datos guardan aparente correlato con los resultados informados por el Ministerio de Trabajo Economía (en este caso sólo referidos al empleo registrado tanto de asalariados como no asalariados). Los últimos datos disponibles indicaban que en la última parte del año parecía consolidarse un proceso de reversión del pésimo desempeño de la primera mitad de 2016 cuando se perdieron decenas de miles de puestos de trabajo. En contraposición, el segundo semestre mostró un dinamismo significativo con la creación de más de 140.000 puestos.

Ciertamente es necesario disponer de información más detallada como para ver qué pasó con los ingresos laborales y no laborales. Ello permitiría corroborar o no lo informado en el reciente documento del Observatorio de la UCA acerca del mejoramiento de los ingresos de 2016 respecto de fines de 2015. Cuando estén las Bases Usuarias de la EPH se podrá también indagar acerca de la calidad del empleo, especialmente sobre la situación de protección o desprotección del trabajo asalariado. También para analizar las ramas de actividad en las que se haya creado o destruido puestos de trabajo.

En síntesis, se trata de una buena noticia que no puede menos que confrontar con las expresiones críticas sobre la situación sociolaboral actual que estarían en la base de medidas de fuerza vigentes o anunciadas en estos días. A menos que en el primer bimestre del año la situación se haya modificado sustancialmente parece que habría que revisar o relativizar algunos de los fundamentos de los reclamos. Aunque, es sabido, no es sencillo encontrar la vara adecuada para medir los dramas que atraviesan a nuestra sociedad.

domingo, 12 de marzo de 2017

No alcanza con un buen termómetro, pero hace falta, Columna en Perfil 12-3-17

No alcanza con un buen termómetro, pero hace falta

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11|03|17
23:58
FOCO. Hoy se mide sólo el empleo registrado.
FOCO. Hoy se mide sólo el empleo registrado. Foto:Cedoc Perfil
Algunos han repetido sobremanera que la gestión estatal requiere buena y oportuna información. De allí que haya sido vista con buenos ojos la tarea de  restaurar la generación de estadísticas públicas, en particular en la institución rectora del Sistema Estadístico Nacional: el Indec. 
La tarea es inmensa y parece bien encaminada. Los huecos que aún se perciben no son pocos y no sabemos si podrán ser cubiertos de manera adecuada, en particular si se abordara la necesaria tarea de reconstrucción de series valiosas. 

En el caso del empleo y de los ingresos laborales, todavía no sabemos si los rediseños de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) efectuados en 2013 –justificados en los resultados del Censo de Población de 2010– son técnicamente correctos y adecuados. En simultáneo, la proximidad del próximo Censo de Población y Viviendas agrega tensión y ansiedad a los interrogantes. 
Entretanto, los interesados siguen haciendo uso de la información originada en la AFIP a partir de los aportes y contribuciones al sistema de seguridad social y que procesa el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. Ese ministerio había dejado de utilizar como fuente principal a la EPH por las dudas que produjo su manipulación. Sus organismos técnicos y de estudios concentraron su atención en la información sobre empleo registrado. Estas tabulaciones, sin embargo, dejan fuera del plano de observación a un tercio de los asalariados y a más de la mitad de los no asalariados.

El registro incluye casi diez millones de trabajadores en relación de dependencia (privados, públicos o domésticos) y unos dos millones de no asalariados. La diferencia hasta alcanzar el total de ocupados (estimados en más de 18 millones) corresponde a quienes se desempeñan al margen de las normas legales que deben proteger el trabajo de las personas sea cual fuera su inserción en el proceso productivo.

Se puede tener la mirada optimista e imaginar que en breve dispondremos de la información adecuada para diagnosticar mejor la situación sociolaboral. A la información algo difusa del período 2012-2015 agregaríamos mayor precisión sobre el desempeño del empleo en 2016. Seguramente corroboraremos que su primera mitad fue extremadamente dura para los trabajadores con pérdida efectiva de fuentes de trabajo y que en la segunda mitad empezó a revertirse tanto la situación referida al número de personas como los ingresos obtenidos.
Con todo, el saldo del año para los asalariados privados fue negativo en número de personas y la recuperación de los ingresos hacia fines del año no alcanzó para cubrir la pérdida de consumo de la primera mitad. Todo esto surge de la información a la que se le suele dar el nombre de “en blanco”. No se dispone de elementos referidos a ese tercio o más de miembros del mercado de trabajo que se desempeñan fuera de los marcos protectorios correspondientes. Nos aproximaremos a ello cuando tengamos cubierto al menos un ciclo anual de la EPH y apenas aseguremos que la totalidad de los datos que de ella se derivan tienen la certeza y confiabilidad que adquirieron en décadas pasadas.

Pero de lo que no habría dudas es de que la mayor precisión del “termómetro” sólo mejorará nuestro conocimiento sobre la magnitud de la tarea que la sociedad argentina tiene por delante. Incumbe a las autoridades gubernamentales, a los dirigentes de las diversas fuerzas políticas, a las organizaciones de los empresarios, a las dirigencias gremiales y a los variados grupos sociales sentarse a dialogar poniendo sobre la mesa de discusión la mejor información posible y haciendo uso leal de la mejor referencia disponible.
Una de las perversidades mayores que derivaron de la década de destrucción de las estadísticas públicas es la que se observa en los intercambios en los que cada partícipe asienta su argumentación en datos de origen a veces incierto y por lo general sin preocupación por verificar su propia coherencia interna o desconociendo el fundamento de informaciones alternativas. No debería estar lejano el día en el que, por ejemplo, la discusión respecto de un sector de asalariados transite por la fijación de un horizonte de recuperación de la capacidad de compra de los ingresos pero no haya discrepancia sobre la cuantía del eventual deterioro. O mejor aún, que se discuta sobre un sendero de mejoramiento del salario real lo que sólo puede hacerse con información fehaciente, confiable y oportuna.
Recién allí empieza el verdadero debate. 

jueves, 9 de marzo de 2017

¿UNA OLA DE DESEMPLEO?, El Economista, 9-3-17

Columna aparecida en el economista, 9-3-17

¿UNA OLA DE DESEMPLEO?


por Javier Lindenboim (*)

El desempeño del mercado de trabajo en 2016 ha sido muy preocupante. No en los términos en que ha sido expuesto desde ciertos núcleos (no hubo 200.000 despidos, no hubo 60.000 bajas en el empleo estatal, no se perdió más del 10% de capacidad de compra del salario, etcétera) pero delicado sin lugar a ninguna duda.

Para retomar el sendero de una efectiva e intensa creación de empleo hacen falta varias cosas: una política económica que ubique al empleo entre sus metas con algo más que el slogan de que hace falta estimular la demanda interna, una acción empresaria que trascienda la persistente expectativa prebendaria y decida invertir productivamente parte de la rentabilidad obtenida en los años recientes (“ustedes la ganaron con pala” les decía a los empresarios la última Presidenta durante su gobierno), una decisión de acompañar el evangelio del consenso y los acuerdos en términos políticos generales o al menos en el marco de los variados cometidos asignados al Consejo Nacional del Salario, la Productividad y el Empleo, institución notoriamente subutilizada hasta ahora. Pero, además, es preciso reunir un número esencial de información acerca de la cual no se abra una y otra vez la duda sobre su exactitud o credibilidad.

Afirmaciones como “siguen despidiendo obreros y cerrando fábricas” deben poder ser sostenidas en información adecuada y fehaciente si es que ese es el caso.

En particular, si tomamos el año 2016 en conjunto, es cierto que hubo una pérdida de puestos de trabajo de asalariados del sector privado. Más de 40.000 personas perdieron su empleo registrado. Y este es un punto de indudable relevancia y requiere de atención prioritaria desde el Gobierno.

Sin minimizar lo dicho, no se pueden omitir algunas cuestiones que hacen a la situación del agregado del sector asalariado y, más ampliamente, del mercado de trabajo en conjunto.

Cuadro Javi

Frente a la pérdida de 43.000 puestos en el sector privado, una cifra similar es la que aumentó el compuesto de empleo estatal y en los hogares (28.000 y 15.000, respectivamente). Además, los empleos registrados de no asalariados se incrementaron en unos 80.000 constituidos por autónomos y monotributistas. Dado que el saldo de asalariados es nulo, ese aumento se refleja en un alza de aproximadamente el mismo orden en el conjunto de los trabajadores registrados por las estadísticas de aportes efectuados por los empleadores al sistema de seguridad social.

Pero hay otro aspecto que debería también ser tenido en consideración y que a veces queda fuera de la mirada cotidiana. Se trata de visualizar que el comportamiento a lo largo del año no ha sido homogéneo. El empleo registrado total sufrió en el primer semestre una pérdida de más de sesenta mil puestos. Pero en el segundo semestre se crearon más de 140.000.

Esto mismo en lo relativo a los asalariados es mucho más intenso y contrastante. De enero a junio quedaron sin empleo casi 110.000 asalariados privados. Pero en el segundo semestre se volvieron a incorporar casi 70.000. En la primera parte el empleo estatal casi no varió pero en el segundo período se elevó el plantel en casi 30.000. Entre los asalariados de casas particulares, en cambio, el grueso del incremento se verificó en la primera parte, pero igualmente acrecentó su dotación a lo largo de todo el año.

Los valores aquí utilizados son los de la serie corriente. Si se le quita la estacionalidad el resultado no altera esencialmente excepto que la destrucción de empleo en el primer semestre es menor y la recuperación en el segundo, también es menos importante (la pérdida total en la primera parte del año es casi nula y la creación en la segunda es de más de 80.000).

De tal modo, en el marco de un balance negativo para el sector del trabajo en general y para los asalariados del ámbito privado en especial parece más que relevante distinguir las situaciones entre los distintos núcleos que integran la fuerza laboral y, al propio tiempo, advertir que dentro del pésimo año que resultó el de 2016 su secuencia temporal permite reconocer que la dinámica del empleo parece apuntar en la dirección de una recuperación.

Claro que todas estas referencias aluden al mundo laboral enmarcado legalmente. No existe información apropiada para conocer el comportamiento del empleo no registrado. Ello deja abierta una incógnita respecto de la cual sólo se pueden hacer suposiciones. El comportamiento histórico entre los asalariados de uno y otro tipo no permite hacer predicciones certeras sobre el eventual acompañamiento de la pérdida de empleo -o su recuperación- de los precarios respecto de los protegidos.

Adicionalmente, y no es poco importante, el panorama debe incluir un balance de los ingresos obtenidos por la actividad laboral. Los datos disponibles son escasos e incompletos. Solo puede mencionarse que los aportes al sistema previsional en el primer bimestre de 2017 indican que las remuneraciones habrían aumentado, respecto un año atrás en las proximidades del porcentaje medio de incremento de los precios (esa recaudación en febrero fue 40% mayor que un año atrás). De ser así, la fuerte pérdida de poder adquisitivo de los ingresos de los primeros meses se habría ido compensando en los meses más recientes. Además, este año las variaciones de precios fueron sensiblemente divergentes desde el punto de vista regional. No hay duda alguna de que el mayor impacto inflacionario se vivió en el Area Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) por lo que estos valores, que son de alcance nacional, incluyen situaciones muy variadas.

Las políticas públicas, las decisiones empresarias y los consensos sociales y políticos que se procuran deberían tener en consideración estas evidencias.

A quién hay que creer? FM Concepto, 9-3-2017

Entrevista de Javier Blanco, En el blanco, FM Concepto 95.5, 9-3-2017


VAriación ingresos laborales segun la UCA


¿Cuál es hoy la situación del empleo?

Entrevista de Javier Blanco, en el programa En el blanco, FM Concepto 95,5


martes, 7 de marzo de 2017

Cómo superar el estancamiento del empleo, Clarin, 7-3-17


Columna aparecida en CLARIN, el 7-3-17

Cómo superar el estancamiento del empleo


La mayor tensión actual en el campo social y laboral ¿expresa fielmente la situación ocupacional, el proceso reciente y su evolución previsible?
Las perspectivas ocupacionales derivan de varias circunstancias. Las políticas públicas puestas en movimiento, las condiciones locales e internacionales del ciclo económico, el desempeño del mercado de trabajo en el período precedente, etc.
A grandes trazos, sabemos que las condiciones internacionales se han tornado fuertemente desfavorables para América Latina por la contención de la demanda dirigida a sus productos exportables y por el reverdecimiento de aislamiento y protección en diversos puntos de planeta. También hemos visto que las nuevas autoridades políticas en Argentina no han encontrado la manera de dinamizar el ciclo económico.
Resta mirar si el desempeño reciente del mercado de trabajo permite abrigar algún optimismo. Desafortunadamente no es este el caso. Dejamos al margen la verborragia de voces interesadas que parecen pintar una escena en la cual la Argentina se encontraba a fines de 2015 en condiciones óptimas y, por lo tanto, todos los avatares en materia de empleo, distribución del ingreso, inflación, tipo de cambio, etc. son exclusiva consecuencia de la mala voluntad y/o la impericia de la administración actual.
La (acotada) información producida por el Ministerio de Trabajo indica doce millones de trabajadores registrados de los cuales casi diez millones son asalariados (públicos, privados o de servicio doméstico) y el resto autónomos y monotributistas. La serie proporcionada se inicia en enero de 2012 por lo cual sólo contamos con datos relativos al segundo período presidencial de la Dra Kirchner y al primer año del actual Presidente.
La situación inicial guardaba cierta correlación con los estudios sociolaborales, habida cuenta de que aquí no se incluye el trabajo precario o desprotegido. Esta serie, en 2012, mostraba al empleo asalariado privado con poco más de la mitad del total, al empleo público con casi un cuarto, el empleo en los hogares apenas un 4%, restando menos del 20% para los autónomos y monotributistas incluyendo estos últimos una pequeña porción de monotributistas sociales.
La composición del crecimiento del empleo en el quinquenio, sin embargo, guarda escasa relación con esa estructura original –se toman los 11 meses iniciales de cada año-. Los asalariados privados (que absorbían un 56% al inicio) aportaron en el quinquenio apenas un 8%. En sentido inverso, los dependientes del Estado que eran menos de un cuarto del total inicial aportaron algo más de la mitad de los nuevos empleos y los no asalariados que eran un 18% aportaron más de un tercio (los monotributistas sociales que eran sólo un 2% al inicio, contribuyeron con el 16% del total).
Hubo años singularmente notables. En 2013, los trabajadores registrados se incrementaron en cerca de medio millón. De ellos, casi la mitad fueron monotributistas (sean comunes o los de carácter social, en partes iguales). Y un tercio del aumento anual provino del empleo estatal. Todo esto contribuyó de manera indudable a nutrir de ingresos a hogares con insuficiencias varias pero era obvio que eso no podía autosustentarse: en 2014 cayó el empleo asalariado privado y el empleo estatal creció con un volumen equivalente a la mitad del año previo.
Los autónomos perdieron en 2014 unos15000 puestos (casi todos los creados el año anterior), los nuevos monotributistas fueron un octavo y los monotributistas sociales menos de la mitad. Ciertamente los diversos estímulos del año electoral (2013) desaparecieron y sumado a la fuerte devaluación en el verano 2013-2014 el resultado si bien fue positivo tuvo una dimensión que apenas alcanzó a un cuarto de la creación del año previo.
El año 2015 mostró una recuperación del empleo asalariado privado importante (en dos de los tres años previos había disminuido). Eso junto a la renovada demanda estatal (más de la mitad del aumento total en ese año) dio cuenta de un dinamismo que esta vez casi no incluyó al sector autónomo.
Finalmente en 2016 hubo una creación neta de 60000 empleos en 11 meses, muy lejos de la caída de 200 mil mencionada durante la visita presidencial a España. Dicho saldo resulta de una gran caída de asalariados privados (50000) compensada por una fuerte alza de monotributistas y algo de autónomos, empleados domésticos y del sector público.
En otras palabras, venimos de un quinquenio caracterizado por un declive del empleo productivo que ya había sido apreciado con los datos de la Encuesta Permanente de Hogares, la que había mostrado gran dinamismo entre 2002 y 2007, estancamiento hasta 2011 y declinación ulterior.
Ante la falta de decisiones empresarias –al menos hasta aquí- que contribuyan efectivamente a la recreación de la demanda ocupacional, el comportamiento reciente del mercado laboral no permite presagiar una recuperación del consumo y por tanto no es imaginable el círculo virtuoso del crecimiento económico y de los ingresos de los hogares. Allí parece estar uno de los núcleos centrales de la necesaria intervención gubernamental. ¿Se verificará?