jueves, 19 de octubre de 2017

Pistas para un buen debate social - Columna en Clarin 19-10-17

Debate

Pistas para un buen debate social


Hay un buen síntoma en los intercambios actuales (lamentablemente no hay debates ni en política ni en economía). Se van acumulando indicios y evidencias que van dejando atrás los diagnósticos más calamitosos. La novedad, en buena hora, es que empiezan a aparecer los esfuerzos por identificar lo que está pendiente, lo que hace falta, lo que debería ser el horizonte.
En los meses recientes se acumularon elementos que corroboran que la creación de empleo se mantiene, aunque es muy lenta en el empleo privado y deficitaria en la industria. Los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) reúnen información de diversas posiciones ocupacionales desde enero de 2012. En ese momento inicial, poco más del 80% estaba integrado por asalariados.
Desde entonces hasta el fin del segundo mandato de la Dra. Kirchner los no asalariados (que eran menos del 20%) contribuyeron con algo más del 30%. En ese mismo período la dinámica de los asalariados se modificó fuertemente: los privados que eran más de la mitad al inicio de la serie aportaron sólo 14%. En simultáneo, los estatales que no llegaban a un cuarto del total al comienzo contribuyeron entre 2012 y 2015 con la mitad de los nuevos empleos.
Es opinable si eso es bueno o malo en sí mismo. Lo que no permite dudas es que, por ese camino, la presión sobre las cuentas públicas se hace insostenible con el agregado de que la calidad de las prestaciones estatales en ese lapso no mostró mejoramientos acordes. Es lo que ha hecho decir a muchos –con propósitos dispares- que se trataba de disimulados subsidios al desempleo.
A partir de la asunción del Ing. Macri, se agudizó el menor aporte de asalariados privados (del 14 al 6%) y el aporte de empleo estatal se derrumbó hasta recuperar un valor equivalente al de su participación en el total del empleo. Entre diciembre de 2015 y julio de 2017, el empleo público aportó un 24%, con lo que todos los asalariados registrados allegaron el 40% del total.
La enorme caída en el aporte de empleo estatal se compensó con el alza de los monotributistas, de modo que los no asalariados aportaron poco más del 60% del conjunto.
La crítica de los últimos años acerca de que el modo de comportamiento del mercado de trabajo del último lustro no era sostenible mantiene entonces validez. Primero debe ser quitada la hojarasca de la insolvencia de los críticos que ahora descubren lo que antes era visible pero se negaba. Una vez hecho esto, debe entenderse que es necesario identificar y operar medidas que produzcan un efectivo cambio en la dinámica del mercado laboral.
Es normal que los empresarios argumenten, casi por las dudas, que hacen falta cambios en las normas laborales que deberían propender al mejoramiento de las ganancias, pues de allí saldría la virtuosidad del “derrame”. Esa es una segunda hojarasca que debe desmontarse. Argentina necesita mejorar su productividad cuyo primer factor a recuperar es el de la inversión productiva y de riesgo. Esa tarea es propia de las empresas.
Luego de eso es preciso discutir de manera sectorial en las paritarias y genéricamente en el Consejo Nacional del Empleo, la Productividad y el Salario la manera en que se pueden alcanzar mejores rendimientos productivos y determinar criterios y mecanismos que aseguren que los nuevos excedentes alcancen también a los trabajadores. Allí las partes tienen sin duda mucho que aportar además de sus legítimos reclamos. El vínculo laboral no debe ser uno de sometimiento de los trabajadores a arbitrariedades o abusos empresariales. Tampoco debe estar teñido de una maraña que en lugar de preservar la protección de los trabajadores se torne en construcción arbitraria de ventajas o prebendas para la dirigencia interviniente. El mundo del trabajo encuentra tanto a empresas pobres y empresarios ricos como a trabajadores pobres y gremios (o dirigentes) ricos.
Probablemente para estos propósitos sea útil que el INDEC complete algunas de sus múltiples tareas en esta etapa de reconstrucción de manera que la sociedad toda, los funcionarios, los empresarios y los trabajadores estemos en conocimiento completo y certero de elementos de juicio relevantes para estos debates.
Una de las cuestiones se relaciona con la serie de distribución funcional del ingreso, de la que conocemos su inicio (2004) y un punto actual (2016) sin el recorrido intermedio y, en el segundo caso, sin el detalle sectorial que permitiría una mejor comprensión del gran salto que muestran los números. El detalle de dicha serie debería ser un insumo privilegiado para las discusiones sectoriales que se anuncian.
Otra de no menor importancia refiere a la necesidad de completar la revisión oficial que permita saber con certeza cuál es el volumen y la composición de la fuerza laboral en la actualidad. Los registros del SIPA hablan de doce millones de ocupados en diversas posiciones. Faltan los no registrados. La EPH indica que hay once millones de ocupados en la treintena de aglomerados que releva. Pero la diferencia no es esa.
Al SIPA le falta toda la ocupación asalariada o no asalariada que actúa en el entramado productivo de alcance nacional por fuera de las normas legales e impositivas. A la EPH le falta asegurarse, primero, que su medición ocupacional es sólida habida cuenta de las intrigas que persisten luego de las modificaciones introducidas en 2013 presuntamente como consecuencia del censo de población de 2010. Parte de los cambios se deshicieron en 2016 y otros se profundizaron.
De tal manera no hay claridad sobre el factor a aplicar a los datos de la EPH para estimar el total a nivel nacional. Las cifras de los registros no se pueden compatibilizar con las de la Encuesta. Para mayor dificultad tampoco tenemos seguridad sobre cuál es el volumen actual de la población total o urbana residente en el país. De manera que los cometidos y tareas pendientes son inmensos y no hay quien pueda sentirse libre o ajeno a estas demandas.
Javier Lindenboim es Director del CEPED e investigador del CONICET.

martes, 17 de octubre de 2017

Buenas noticias sobre empleo, pero insuficientes

Columna aparecida en EL CRONISTA EL 17-10-2017



La preocupación por la situación ocupacional y por la capacidad de compra de los ingresos laborales se manifiesta a través de distintas manifestaciones públicas. Pero también se puede apreciar su raigambre a través de informaciones diversas entre ellas las derivadas de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), en especial pasada la noche negra de las estadísticas públicas.
Esa fuente informativa ha sufrido los avatares que afectaron el sistema estadístico argentino por lo que los valores absolutos deben ser tomados con cautela. Dejando un momento de lado esta advertencia la descripción más abarcadora puede sintetizarse así: durante la gestión de Néstor Kirchner se crearon 400.000 empleos anuales en los treinta aglomerados en los que se realiza la EPH. En la primera gestión de Cristina Kirchner, el ritmo bajó a menos de la mitad (170.000 por año) y en su segundo mandato volvió a dividirse por dos (78.000 anuales). En el comienzo de la gestión macrista el balance es tan pobre como en el período 2011/15 (90.000).
La primera conclusión es doble. Se está creando empleo, poco, pero se agrega. Ingresa fuerza laboral al mercado. Al mismo tiempo veníamos de una continua declinación en el incremento de la ocupación por lo cual el interrogante es si ya dejamos de caer o no.

martes, 3 de octubre de 2017

Acerca del nivel de precariedad - nota en Chequeado.com

Entrevista de Chequeado.com

#Spots FIT: “Los supuestos opositores gobernaron con un 40% de precarización”

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Si bien este indicador no tiene una única manera de medirse, las fuentes oficiales y alternativas calculan que la precariedad laboral es similar a la marcada por el FIT.
Los supuestos opositores gobernaron con un 40% de precarización”, señala en un spot electoral Néstor Pitrola, candidato a senador nacional del Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT) por la Provincia de Buenos Aires. Así, criticó la política laboral del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, ahora candidata a senadora por Unidad Ciudadana. ¿Qué muestran los datos?
Según afirmó a Chequeado Javier Lindenboim, director del Centro de Estudios y Población, Empleo y Desarrollo (CEPED), “la precariedad alude a un vínculo salarial”, por lo que se debe analizar la cantidad de trabajadores que reciben un sueldo y no están registrados, es decir, que no tienen aportes jubilatorios. Actualmente, en todo el país son el 33,7% de los asalariados según el último dato del INDEC del segundo trimestre de 2017.
La serie oficial muestra que “el gobierno de Néstor Kirchner comenzó con 43,5% de precariedad laboral”, recordó Lindenboim. Además, señaló que “ese nivel se achicó con cierta velocidad desde 2005 hasta 2007, y que luego de la intervención del INDEC hubo una fuerte caída durante el primer mandato de Fernández de Kirchner, aunque sostuvo que “es difícil saber si fue real o producto de la manipulación”.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el empleo no registrado “es una de las principales manifestaciones de precariedad”, pero también agrega otras como “la temporalidad de los empleos y contratos, la forma de determinación de salarios, las condiciones laborales, la protección legal referida a despidos injustos, las prácticas laborales no aceptables, la falta de protección de la seguridad social y los bajos ingresos”.
María Formichella, investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur (IIESS) de la Universidad del Sur, coincidió en que “existen otras condiciones que hacen que el concepto de precariedad laboral sea más amplio”. Si se analiza a los trabajadores asalariados y cuentapropistas (como, por ejemplo, los monotributistas), y de ese universo se considera a los que no están registrados, Formichella calculó que “el porcentaje durante el último gobierno de Fernández Kirchner (2011-2015) fue cercano al 40%”.
Igualmente, en diciembre de 2015 el gobierno de Mauricio Macri declaró la “emergencia estadística” del INDEC, y aconsejó no tomar las estadísticas producidas por este instituto en el período 2007-2015.
Martín Trombetta, investigador en la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) y profesor en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), dijo a Chequeado en esta nota que “no hay una definición técnica de lo que es precarización laboral”, aunque se suele incluir, además de a los trabajadores no registrados, “a todos aquellos que no reciben aguinaldo, vacaciones pagas, días pagos por enfermedad o que su sueldo es menor al salario mínimo, vital y móvil (SMVM)”.
Si se toman los puntos enumerados por Trombetta, al analizar la EPH del segundo trimestre de 2016 (la primera de la nueva gestión del INDEC) se observa un 49,7% de precariedad laboral. El último dato disponible es del primer trimestre de 2017 (42,7%), pero no es comparable con los anteriores ya que no se puede ver la variación interanual.
De acuerdo con un análisis del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, entre 2010 y 2016 “los indicadores laborales muestran la persistencia de precariedades y desigualdades estructurales”. En este sentido, el documento afirma que en 2015 la mitad de los trabajadores (asalariados y no asalariados) no contaban con aportes jubilatorios. “Entre 2010 y 2016, la tendencia es significativa en cuanto a un aumento en el porcentaje y cantidad de trabajadores excluidos de la seguridad social (de 47,7% a 51,3%)”, destaca el informe de la UCA, fuente citada últimamente por Unidad Ciudadana en, por ejemplo, temas de pobreza.
Según informaron a Chequeado desde el sector de Prensa del FIT, “el 40% es un redondeo” de la suma de los indicadores de desocupación, subocupación y la precariedad laboral en hogares con jefes y jefas asalariados, que calculó la Dirección de Estadísticas de la Ciudad de Buenos Aires para 2016. Si bien, según los especialistas, no es correcto considerar a los desocupados o subocupados en el cálculo de precarización, los datos disponibles marcan que este indicador osciló en los últimos años del gobierno de Fernández de Kirchner cerca del 40%marcado por el FIT.