jueves, 6 de julio de 2017

Empleo e ingresos en el subibaja - Columna en EL ECONOMISTA, 6-7-17

Columna en EL ECONOMISTA 6-7-2017

EMPLEO E INGRESOS EN EL SUBIBAJA

La recuperación de la generación de empleo, asociada con la dinámica del ciclo económico, debe ser acompañada con una recuperación de los ingresos reales

Por Javier Lindenboim Director del CEPED e investigador del CONICET

Acompañando el tímido ritmo de recuperación de la economía, los últimos meses han mostrado una modesta creación de empleo. Al menos de empleo registrado. Cuando dispongamos de los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del segundo trimestre se podrá comparar con los niveles ocupacionales -tanto de empleo protegido como del precario– de un año atrás.

Los datos graficados muestran, por un lado, la declinación constante de la creación de empleo privado y, por el otro, la manera en que el conjunto de la ocupación fue sostenida, de modo progresivo, en la creación de empleo estatal. En lapsos anuales referidos a los meses de abril se observa este proceso y el modo en que el último año hubo mayor creación que en el período previo y que tal reversión se logró pese al mucho menor peso del empleo público.


Dentro de lo que aquí se denomina sector privado se ubica tanto el empleo asalariado en empresas como en hogares, así como el trabajo autónomo y el de los monotributistas. Este sector conformaba, al comenzar 2012, cuando empieza la serie de datos, tres cuartas partes del total del empleo registrado. A fines de 2015, sin embargo, el mismo conjunto dio cuenta de apenas un tercio del empleo registrado creado en cuatro años. Los asalariados privados, que explicaban al inicio más del 70% de dicho sector, aportaron apenas la mitad del mismo en el cuatrienio. Es una manera indirecta de aludir al serio problema que acumula el país en el último quinquenio en materia de generación de riqueza y, por lo tanto, de absorción ocupacional.

Si se circunscribe el foco a los dependientes de las empresas privadas, las oscilaciones son intensas. El zigzag del empleo sigue bastante bien lo ocurrido con el ciclo económico, que presentó sucesivas altas y bajas en la producción. En los doces meses terminados en abril último se registraron tan sólo unos 13.000 puestos nuevos. La incógnita reside en saber si esta mínima recuperación es parte del subibaja o, en cambio, se ha tocado fondo y con lentitud se inicia un período de recuperación.

Al interior de este núcleo, dos son los sectores más afectados: los trabajadores de la industria y los de la construcción. Es cierto que a fines de 2015 el número de ocupados en ambos sectores era casi idéntico al de fines de 2011, reflejando los avatares económicos (las restricciones a la importación y el cepo, principalmente). Un año y medio más tarde, la construcción mantiene su volumen de empleo y la industria perdió 5% de su dotación.


La industria y la construcción explican sólo poco más de un quinto del empleo asalariado privado total (y menos del 10% del empleo total), aunque su incidencia económica y social es más importante que tal participación. En todo caso es preocupante la anemia ocupacional de los asalariados privados como, a la recíproca, es auspicioso el incremento del resto de los componentes del empleo protegido.

A los vaivenes del número de ocupados se ha venido sumando la dispar evolución de la capacidad de compra de los ingresos laborales. Aquí se ve el deterioro a lo largo de 2013, el abrupto impacto de la devaluación del verano de 2014 la ulterior recuperación y la meseta de 2015 seguida del deterioro de los primeros meses de 2016 y su lenta y zigzagueante recuperación. A comienzos de 2017 el nivel era cercano al de comienzos de 2013 pero en abril último el salario real estaba sólo 10% por sobre el de enero de 2009 es decir mejor que en 2014 o 2016 y varios puntos menos que en 2015.

Debe tenerse presente también que la heterogeneidad en el tipo y calidad de los empleos adiciona complejidad a la situación descripta. La recuperación de la generación de empleo asociada con la demorada dinámica del ciclo económico debe ser acompañada con un programa de recuperación de los ingresos reales. Es posible que acuerdos como el alcanzado para la actividad docente bonaerense señalen una dirección propicia aunque perfectible.

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